MINICUENTOS DE NAVIDAD I
(Navidad 2009)
Tengo
un amigo que vive en Barcelona. Allí la Navidad es distinta. Tanto que los más
de mil kilómetros que lo separan de su casa parecen el doble. Hace frío y a
veces también viento, pero allí no parecen atribuirle que los caminos se
hicieran con ellos. A Papá Noel lo encuentras en cada esquina pero hay niños
que no saben quiénes son los Reyes Magos. Qué cosas. Allí el personaje
realmente importante de la Navidad es alguien que hace sus necesidades en los belenes
con cara de famoso. Hace poco leí que quieren mediante una ley cambiarle el
nombre de Navidad por el de “fiestas de invierno”. No me sorprende. Casi me
alivia pensar que dos celebraciones tan distintas no tienen el mismo nombre
Conozco a un hombre que vive solo. Se pasea por las noches, sea el día que sea
con un transistor con el volumen elevado y una bolsa de plástico en la otra
mano. En ella lleva un buen puñado de velones que va encendiendo y posando en
los azulejos de las fachadas de nuestras iglesias. A su antojo y sin leyes.
Pero seguro que con una explicación. Aunque nunca lo paré para preguntarle.
Para él la Nochebuena no es distinta a otra noche cualquiera. Seguirá su ruta
con su radio pegada a la oreja. Notará menos gente en la calle y más silencio.
Quizás hasta lo agradezca. A lo mejor volviendo de madrugada a casa alguno nos
encontremos algunas de sus velas encendidas…
Tengo un amigo al que no le gusta la Navidad. Aunque a él le gustaría que le
gustase más… Vaya lío de palabras ¿no? Por su forma de ser todo lo que a esta
fiesta acompaña le viene que ni pintado a su forma de ser. Pero le falta algo.
O quizás alguien. O quizás ambas cosas. Poco a poco va entendiendo o quizás
asumiendo que huir hacia un destino vacío no siempre le va a servir para
olvidar. Puede ser que también el mismo tiempo se esté encargando de hacer
cicatrizar una herida que se reabre cada año cuando llega el puente de la
Inmaculada. En el fondo él sabe que tiene gente de sobra para no sentirse solo.
Y por eso, aún sin gustarle, se va haciendo un profesional de aquello de hacer
de tripas, corazón. Y su corazón cada vez es más grande. Mira por donde le está
viniendo bien todo esto.
Conozco a una familia que es especialista en enfadarse en Navidad. Cada año una
historia. Cada año una excusa. Que si yo te he llamado cuatro veces y tú solo
dos, que si tú has venido a verme tres veces y yo tres y media, que si no me
gusta tu no se qué y mi no me gusta tu no sé cual… El caso es estar enfadados
en las fiestas. Y si no hay motivos nos lo inventamos. Sin embargo conozco a
otra que el día de Nochebuena se preguntará por qué este año son solo cuatro en
casa y no cinco como los últimos cuatro años. Ellos no tendrán nada que
reprocharse porque cuando la vida te castiga de verdad, todo lo demás pasa a un
segundo plano. Sólo sentirán soledad por muy juntos que estén y maldecirán a
todos aquellos que pudiendo estar juntos están separados. Les gustaría
refregarles su verdad por la cara de aquellos que se quejan por casi nada. La
vida es muy injusta. Y en algunos casos casi cruel.
Tengo un amigo que no cree en Dios. Me da pena por él. Pero eso tampoco me va a
llevar a negarle el saludo. Ya está bien de integrismos. Sin embargo convive
conmigo y con otros amigos fiestas de evidente contenido cristiano. Se acopla,
observa, se integra y disfruta a su manera. Sin embargo el otro día me llegó
por mail su felicitación navideña. No sé si solo fue cuestión de protocolo o de
seguir la costumbre. Podría ser que por un momento se le ablandara el corazón.
Hay quien piensa que su ateísmo pronunciado no es más que una careta con la que
le es más cómodo vivir. Confío en que sea esto último. Sea cual sea su motivo
me alegra de igual forma.
Tengo un amigo que tiene una web. Dicen que son millones de personas los que la
han visitado. Suena fuerte ¿verdad? Los hay que opinan que si algo pasa en
Jerez en cierto ambiente y no sale publicado en su web, sencillamente es porque
no ha ocurrido. A él también le gusta la Navidad, aunque seguro que ya esté
incubando uno de esos resfriados que casi como tradición le acompañan en
Nochebuena o en Navidad. Es de los que guarda la tradición de no desmontar el
Belén hasta la Candelaria. ¿Habrá acaso mejor forma de celebrar la Navidad? Un
auténtico Notario de la red, incluso en Navidad.
Y tenemos un amigo que tiene previsto nacer en un par de días. Con el mal
tiempo que estamos teniendo es obvio que sus padres deben andar buscando donde
cobijarse para poder dar a luz. Y lo peor es que debo confesar, que si llamaran
a mi puerta es probable que no les abriera. Esta vida en la que es difícil
fiarse de nadie nos hace salir ese “rico avariento” que todos llevamos dentro.
Sin embargo, como dicen que lo que no publique la web de mi amigo sencillamente
no ha sucedido, espero con ansia despertarme el próximo viernes con la noticia
en portada de que Jesús ha vuelto a nacer. Solo eso hará que cobren sentido la
indiferencia, la injusticia, el dolor, la soledad,… que todos vivimos a nuestro
alrededor de forma más o menos cercana en estos días. La VIDA, con mayúsculas,
habrá vencido de nuevo a todos los que quieren obviar que Navidad viene de
Natividad y no de invierno ni de consumo.
Espero poder ver esa noticia en portada, para desearos Feliz Navidad.
Feliz Nochebuena mientras tanto
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