lunes, 16 de diciembre de 2013

MINICUENTOS DE NAVIDAD I




MINICUENTOS DE NAVIDAD I

(Navidad 2009)






Tengo un amigo que vive en Barcelona. Allí la Navidad es distinta. Tanto que los más de mil kilómetros que lo separan de su casa parecen el doble. Hace frío y a veces también viento, pero allí no parecen atribuirle que los caminos se hicieran con ellos. A Papá Noel lo encuentras en cada esquina pero hay niños que no saben quiénes son los Reyes Magos. Qué cosas. Allí el personaje realmente importante de la Navidad es alguien que hace sus necesidades en los belenes con cara de famoso. Hace poco leí que quieren mediante una ley cambiarle el nombre de Navidad por el de “fiestas de invierno”. No me sorprende. Casi me alivia pensar que dos celebraciones tan distintas no tienen el mismo nombre



Conozco a un hombre que vive solo. Se pasea por las noches, sea el día que sea con un transistor con el volumen elevado y una bolsa de plástico en la otra mano. En ella lleva un buen puñado de velones que va encendiendo y posando en los azulejos de las fachadas de nuestras iglesias. A su antojo y sin leyes. Pero seguro que con una explicación. Aunque nunca lo paré para preguntarle. Para él la Nochebuena no es distinta a otra noche cualquiera. Seguirá su ruta con su radio pegada a la oreja. Notará menos gente en la calle y más silencio. Quizás hasta lo agradezca. A lo mejor volviendo de madrugada a casa alguno nos encontremos algunas de sus velas encendidas…


Tengo un amigo al que no le gusta la Navidad. Aunque a él le gustaría que le gustase más… Vaya lío de palabras ¿no? Por su forma de ser todo lo que a esta fiesta acompaña le viene que ni pintado a su forma de ser. Pero le falta algo. O quizás alguien. O quizás ambas cosas. Poco a poco va entendiendo o quizás asumiendo que huir hacia un destino vacío no siempre le va a servir para olvidar. Puede ser que también el mismo tiempo se esté encargando de hacer cicatrizar una herida que se reabre cada año cuando llega el puente de la Inmaculada. En el fondo él sabe que tiene gente de sobra para no sentirse solo. Y por eso, aún sin gustarle, se va haciendo un profesional de aquello de hacer de tripas, corazón. Y su corazón cada vez es más grande. Mira por donde le está viniendo bien todo esto.


Conozco a una familia que es especialista en enfadarse en Navidad. Cada año una historia. Cada año una excusa. Que si yo te he llamado cuatro veces y tú solo dos, que si tú has venido a verme tres veces y yo tres y media, que si no me gusta tu no se qué y mi no me gusta tu no sé cual… El caso es estar enfadados en las fiestas. Y si no hay motivos nos lo inventamos. Sin embargo conozco a otra que el día de Nochebuena se preguntará por qué este año son solo cuatro en casa y no cinco como los últimos cuatro años. Ellos no tendrán nada que reprocharse porque cuando la vida te castiga de verdad, todo lo demás pasa a un segundo plano. Sólo sentirán soledad por muy juntos que estén y maldecirán a todos aquellos que pudiendo estar juntos están separados. Les gustaría refregarles su verdad por la cara de aquellos que se quejan por casi nada. La vida es muy injusta. Y en algunos casos casi cruel.


Tengo un amigo que no cree en Dios. Me da pena por él. Pero eso tampoco me va a llevar a negarle el saludo. Ya está bien de integrismos. Sin embargo convive conmigo y con otros amigos fiestas de evidente contenido cristiano. Se acopla, observa, se integra y disfruta a su manera. Sin embargo el otro día me llegó por mail su felicitación navideña. No sé si solo fue cuestión de protocolo o de seguir la costumbre. Podría ser que por un momento se le ablandara el corazón. Hay quien piensa que su ateísmo pronunciado no es más que una careta con la que le es más cómodo vivir. Confío en que sea esto último. Sea cual sea su motivo me alegra de igual forma.


Tengo un amigo que tiene una web. Dicen que son millones de personas los que la han visitado. Suena fuerte ¿verdad? Los hay que opinan que si algo pasa en Jerez en cierto ambiente y no sale publicado en su web, sencillamente es porque no ha ocurrido. A él también le gusta la Navidad, aunque seguro que ya esté incubando uno de esos resfriados que casi como tradición le acompañan en Nochebuena o en Navidad. Es de los que guarda la tradición de no desmontar el Belén hasta la Candelaria. ¿Habrá acaso mejor forma de celebrar la Navidad? Un auténtico Notario de la red, incluso en Navidad.


Y tenemos un amigo que tiene previsto nacer en un par de días. Con el mal tiempo que estamos teniendo es obvio que sus padres deben andar buscando donde cobijarse para poder dar a luz. Y lo peor es que debo confesar, que si llamaran a mi puerta es probable que no les abriera. Esta vida en la que es difícil fiarse de nadie nos hace salir ese “rico avariento” que todos llevamos dentro. Sin embargo, como dicen que lo que no publique la web de mi amigo sencillamente no ha sucedido, espero con ansia despertarme el próximo viernes con la noticia en portada de que Jesús ha vuelto a nacer. Solo eso hará que cobren sentido la indiferencia, la injusticia, el dolor, la soledad,… que todos vivimos a nuestro alrededor de forma más o menos cercana en estos días. La VIDA, con mayúsculas, habrá vencido de nuevo a todos los que quieren obviar que Navidad viene de Natividad y no de invierno ni de consumo.
Espero poder ver esa noticia en portada, para desearos Feliz Navidad.

Feliz Nochebuena mientras tanto

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