miércoles, 15 de julio de 2015

EL MINICUENTO DEL PUEBLO QUE QUISO SER MARINERO

Del Pregón de las Glorias de María del año 2012...
( Foto: Paco Holgado)

Érase una vez un pueblo
con sombras de altas fachadas,
de balcones con geranios,
de casas siempre encaladas.
Era un pueblo que tenia
inviernos que no llegaban,
veranos de abanicarse,
primaveras dibujadas.

En el pueblo, por sus calles,
por sus barrios y sus plazas
los vecinos en las puertas,
casi siempre susurraban,
esas cosas que a diario
del pasado recordaban.
Sus techos eran de tejas,
sus callejas empedradas,
Sus canales conducían
agua de lluvia atrapada.
En las horas de la tarde
cuando el sol más apretaba,
los zaguanes, en secreto
a la gente resguardaban
del calor, y en un botijo,
su sed veían calmada.

En el pueblo, los mayores
por las calles paseaban
buscando viejos tabancos
y apoyados en su barra,
charlaban con los amigos
y entre vinos, y entre cañas…
iban quemando las horas
que a su vidas le restaban.

En su mercado de abastos
que siempre llamó “La Plaza”,
en los puestos, los tenderos
con esmero se afanaban
preparando las verduras,
los pescados y viandas.

Aquel pueblo, qué curioso,
sentía brisas soñadas
y rumores de oleajes
con rastros de espumas blancas.
Hasta en el alto de un cerro
una Ermita resguardaba
al Patrón de los barqueros
que San Telmo lo llamaban.
Desde esa vieja capilla,
fijándose en lontananza,
se divisaban los barcos
atracados en las playas
que un rio de aguas tranquilas
con sus meandros formaba.
El mar no estaba tan cerca
dos o tres leguas, en barca…

Pero aquel pueblo que os cuento
de marineras entrañas
siempre latía entre redes
y entre anzuelos, y entre cañas,
y entre cestos de pescado,
y al ritmo de la almadraba,
y hasta con grandes veleros,
que en él postraban sus anclas.

Sintiéndose marinero,
no le quedaron más cartas
que encomendarse a la Virgen
que a los mares siempre ampara…

Le puso mil azulejos,
y las madres en sus casas,
usaban siempre su nombre
si por algo suspiraban…
La veneraron por siglos
las familias entregadas
a un bendito escapulario
que de sus cuellos colgaba.
Y por eso fue del pueblo
la primera coronada
con ráfagas de oro fino,
con rubíes y esmeraldas,
con escogidos diamantes,
y perlas al mar robadas…
Una corona que el pueblo…
hiciera con mil migajas
que regalaron sin prenda
las gentes de rentas altas,
los padres trabajadores,
y humildes amas de casa.

Mi pueblo no es marinero
pero late entre campanas
cuando llega el mes de Julio
y en sus noches la acompaña
rezando a coro la salve
a la Virgen dedicada.

Mi pueblo no es marinero
pero por ti sueña y canta
a los sones de Tejera
entre marchas y entre palmas,
Y quiere Jerez gritarte
que a ti, mi Virgen del Carmen…

Te quiere con toda el alma…

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